viernes, 25 de marzo de 2011

Amor..

Amor, por que tan esquivo, parece ser que no existe amor para mi,
Exento el amor de familia claro está, pero que hay del amor ajeno,
De ese amor no implícito por código genético, del verdadero amor,
De aquel que se siente y se cría, ese momento entre dos entes anónimos que se miran
Y saben que deben quererse , que están destinados el uno para el otro, en tiempo relativo o eterno. Por que se amor parece tan esquivo, tan mezquino, tan traslucido en su presencia,
Si bien existe, estuvo y será, cual es la certeza de su destino y lo predestinado. ¿Por qué termina entonces, porque tener que vivir ese vértigo tácito, inesperado, desolador, como la muerte.
Sabemos que la muerte es algo intrínseco, propio de nuestra existencia, pero por que nos saber también cuando el amor se acaba, cuando termina esa condena. ¿Qué es peor la muerte del ser o la del amor?, las dos absolutamente desbastadoras, pero al menos una es obvia, por tiempo o por consecuencia. ¿Es quizás ese vértigo que nos atrapa y nos despoja de lo propio?, ¿Que es finalmente mío y que es finalmente del otro?, será tan existencial el amor como una cadena de sucesos predestinados por un bien mayor, o simplemente casuística del tiempo y espacio ?. Que nos hace unirnos para emprender una senda llena de flores o piedras, este lema de aprender lo que debemos aprender en esta vida o simplemente mala suerte.
Quien podría decir que realmente encontró el amor, los que llevan 20 años a cuestas superando las vicisitudes de la vida o alguien que no ha requerido esfuerzo en cada y una de sus mil relaciones, será el amor un estado temporal, que como todo lo que vive debe morir y dar vida a algo nuevo o efectivamente es un credo eterno. Quizás estemos predestinados a vivir entre todos, como los mosqueteros, como insinuación burda, “todos para uno y uno para todos”. Quizás soy hoy yo para ti y mañana tu para el otro, la verdad no lo sé, pero vale la pena cuestionarse porque la unión de dos no es para siempre, en ningún sentido, sobre todos para aquellos que hablan de las etapas del amor, de su madurez, seamos honestos, el amor es uno, todos somos capaces de entenderlo y sentirlo, lo demás es el consenso que nos hemos querido imponer solos, como una más de las triviales convenciones, el tema es que esta convención no puede ser un tratado de palabra o un contrato, como hoy efectivamente lo es, este último más allá de ser un compromiso con aquel, es un compromiso con uno mismo, con la veracidad y consecuencia de lo que verdaderamente sentimos, cruel y descarnada sea cual sea la realidad.

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